Debería dejar de volver al pasado. Debería dejar de contar todas las promesas que un día fueron y ya no son. Debería empezar a olvidar, a olvidarte, a olvidarnos. Debería empezar a asumirlo. A ratos creo que lo consigo, o que he aprendido a engañarme demasiado bien, pero a ratos largos todo es lo mismo, eras algo más que demasiado pero resultaste mucho menos que infinito, eras quien venía cada mañana y me colocaba bien la sonrisa, con la curvatura perfecta que salía de la chispa de tus ojos, te diré un secreto: todavía lo consigues. Es curioso como funciona este corazón, lo machacaste, lo hiciste polvo, y aún sonríen cada uno de sus pedazos al verte. Debería empezar a, no sé, quizá debería empezar a dejar de intentar empezar cosas que debería pero que no conseguiré, porque no puedo, porque fuiste tú, no fuiste uno más, fuiste tú y nadie más. A veces pienso que me has dejado loca... a veces pienso que me robaste mi capacidad de amar, deberías devolvermela porque a veces la necesito, casi tanto como te necesito a ti, pero a ti no es a veces sí, es casi siempre sí y sólo a veces no. Y a veces te intento gritar con cada uno de mis silencios, y no funciona lógicamente, al igual que mi lógica tampoco. A veces pienso que debería apostar por ti una última vez, y luego me doy cuenta de que sería algo estúpido porque no he dejado de apostar por ti ni un solo minuto desde que ya no somos nada, o desde que sí somos nada. Toma, coge las pocas promesas que nos quedan, estampalas contra el cristal, haz que sangren como yo...
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